La educación de nuestro perro requiere paciencia y tiempo. Una y otro, varían en función de múltiple factores, del entorno en que viva y de la compañía que tenga, tanto de sus dueños como de otras mascotas.
Conseguir su obediencia ayudará a su educación y a su respuesta a nuestras órdenes.
La educación y adiestramiento de nuestro perro debe avanzar progresivamente desde órdenes básicas que es preciso ejecutar para poder evolucionar hacia otras de más complejidad.
Nuestra satisfacción y disfrute de la mascota será mayor cuando vayamos consiguiendo que obedezca órdenes como: sentar, tumbar, estar quieto, acudir a nuestra llamada y caminar con nosotros, etc..
LAS PRIMERAS ORDENES:
Sentado,
Quieto,
Acudir a nuestra llamada.
Estas son fundamentales para conseguir que obedezcan otras.
Cómo enseñarle las órdenes básicas
Refuerzo positivo – premios. La mejor forma de enseñanza para el perro y sirve para reforzar las respuestas adecuadas.
Refuerzo negativo – castigos. No se debe utilizar. La respuesta del perro puede ser contraproducente.
Para que obedezcan estas órdenes básicas iniciales, es suficiente con unos sencillos ejercicios específicos y la consabida paciencia, tranquilidad y continuidad de “todo buen maestro” para conseguir muy buenos resultados.
No debemos perseguir resultado inmediato.
Sesiones de adiestramiento cortas.
No cansar al perro, mucho menos a los cachorros.
Cada animal avanza a un ritmo. No forzarle
Cada sesión de menos de 5 minutos. Al día 2 ó 3 veces y juegos intercalados suelen dar buen resultado.
Sentarse.
Una vez que se ha conseguido obediencia a sentarse, ya es más sencillo que obedezca en otras situaciones.
Cuando un perro está sentado no se porta mal y además si está nervioso y le damos esta orden se calmará.
Enseñarle la orden "sit” no es muy difícil.
Es importante disponer de algunos premios o golosinas para que el perro disfrute a la vez que le enseñamos a obedecer. Deben ser fáciles de comer para no parar el adiestramiento. Si adiestramos un cachorro, asegúrate de que las golosinas sean blandas y pequeñas.
Con una golosina entre dos dedos y el resto cerrados contra la palma de tu mano, acércale la golosina a su hocico, a poca distancia, menos de un centímetro. Llama su atención. Una vez conseguida la atención en ti y en la golosina, llegas al siguiente paso.
Situar la golosina por encima de su cabeza y mantenerla ahí. El perro levantará su cabeza para intentar comer la golosina y bajará sus cuartos traseros y acabará sentandose. En ese momento, tan pronto como empieza a bajar su parte trasera, di “Sit”o “Sentado”, siempre la misma palabra. Así asociará el movimiento y la palabra para sentarse.
Cuando lo aprenda, le podrás dar la orden de forma anticipada.
Felicítale de forma efusiva y dale su premio.
Otros consejos
- Si situamos la golosina demasiado alta, el perro intentará saltar: situar la golosina más abajo y no la subas cuando levante la cabeza.
- Si el perro retrocede y no se sienta: hacer el ejercicio cerca de una pared, para que no se mueva fácilmente hacia atrás. Puedes guiarle con tu mano libre hasta la posición de sentado y no olvidarte nunca de felicitarlo y darle una golosina. Repitiendo esto varias veces, se conseguirá. - Si el perro está nervioso: puede ocurrir si está próxima su hora de comer y en ese caso entrenarle a continuación de la comida. También puede ser porque le damos demasiadas golosinas en el ejercicio y en este caso utilizar golosinas menos apetecibles. - Repetir el entrenamiento en lugares distintos. - Si se levanta para coger el premio, no se lo damos y solo se le da cuando se vuelva a sentar.
Quieto
Si queremos enseñar a un perro a estar quieto, antes debe obedecer perfectamente a la orden de “sentado”.
Empezaremos indicándole que se siente, se le felicita y se le premia. Seguido se le dice “quieto” y se le marca la posición con la mano (nuestro brazo estirado y la palma hacia el perro), sin movernos nosotros. Si se consigue y no se mueve, felicitarle y darle una golosina.
Repetir el ejercicio pero dando nosotros un pequeño paso hacia atrás, volviendo a pronunciar “quieto” después de hacerlo y regresamos hacia el perro al tiempo que se repite “quieto” y si ha permanecido en la posición le daremos un premio.
Utilizar siempre la misma mano para señalar la posición y la otra para los premios. Así evitamos que se levante porque huele a comida o espera un premio.
Con la repetición de esta orden, conseguiremos que obedezca desde más lejos o que permanezca más tiempo sin moverse.
No se deben aumentar a la vez la distancia y el tiempo. Si se quiere aumentar el tiempo debemos mantener o reducir la distancia y ocurre lo mismo con la distancia.
También debemos utilizar una “orden de liberación”. Después de varios “quietos”, debemos indicarle con una palabra que el ejercicio ha terminado y que se puede levantar. Esta palabra puede ser “venga”, “vamos”, “arriba” etc.
Siempre hay que animar al perro para que se levante y entienda también que eso está bien. Si lo hace, le felicitaremos con cariño por haberlo hecho.
Acudir a nuestra llamada
Esta orden suele costar un poco más. Por eso, hay que aprovechar algunas situaciones para practicarla. Por ejemplo en casa, si se aproxima voluntariamente, debemos aprovechar para decirle “ven” y darle un premio por venir hasta nosotros. Así acaba entendiendo lo que significa la palabra “ven” y obedeciendo a ella.
Posteriormente puede practicarse en diferentes habitaciones con dos personas, una en cada habitación, llamando alternativamente cada una de ellas y premiándole con una golosina por acudir.
Después en la calle.
En esta situación, primero elegir un lugar seguro y sin distracciones o al menos con pocas.
No darle nunca la orden si existen evidentes distracciones. Darle la orden con efusividad. Si nos ponemos en cuclillas se le motiva aún más.
Para evitar que asocie la llamada con la obligación de quedarse junto a nosotros, es muy bueno volver a dejarle que se aleje nuevamente.
Por último un truco,
Cuando queramos que venga para regresar a casa, nunca se le da la orden.
Podría confundirse o rehusar. Debemos aprovechar cuando esté cerca para sujetarlo, con su premio correspondiente, claro.